En estos días participé en Madrid en un evento organizado por la CAF (Banco de Desarrollo de América latina y el Caribe) con motivo de renovación de la agenda para la alianza estratégica UE- y la CELAC, de cara a los próximos años. Tres áreas principales: Sostenibilidad y Medio Ambiente, Transformación Digital y Política Social. Nada que extrañar, estos tres ámbitos marcan la pauta de agenda para el desarrollo a nivel mundial desde hace años.
Quiero dedicar esta nota al primero de los temas: Sostenibilidad y Medio Ambiente. La preocupación por el cambio climático y la transformación energética, es ya mucho más que un problema por la conservación de la naturaleza y los recursos naturales, (evitar la pérdida de biodiversidad, el aumento de catástrofes naturales, la subidas de las temperaturas, el aumento de los océanos etc.); sino que es, principalmente, un problema con enormes consecuencias en la estabilidad y paz mundial, por la amenazada en la escases de recursos, el aumento significativo de precios de los alimentos y la energía, con la consecuente ampliación de las desigualdades entre naciones desarrolladas y subdesarrolladas, o entre zonas urbanas o rurales, con graves repercusiones migratorias y de seguridad.
Las "soluciones" globales para atajar esta crisis están planteadas desde hace tiempo en los Acuerdos de París del 2015 y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, "un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad". En concreto, un acuerdo por reducir las emisiones de CO2 a casi la mitad en 2030 y alcanzar el cero neto en el año 2050, para lo cual hay que hacer una sustitución mucho más que significativa de la utilización de combustibles fósiles por energías alternativas y menos contaminantes.
Superada la etapa de los enunciados estamos ya en pleno proceso de aplicación de los acuerdos, y como era de esperarse, estos van lentos y desiguales.
La producción de energía limpia y sustitución de los combustibles fósiles es más compleja de lo esperado y sorprendentemente, no es el factor tecnológico o económico los mayores obstáculos, también lo está siento el cambio de mentalidad y adaptación social a estos nuevos modelos de generación.
La experiencia está demostrando que en aquellos países donde el proceso de adaptabilidad a las renovables ha sido progresivo y más cercano las zonas rurales (por tener sus cimientos prolongados en el autoconsumo y la generación a pequeña escala), como es el caso de Alemania o los Países Bajos, están logrando un cambio de modelo más armónico y continuado, que en aquellos países en donde el autoconsumo ha llegado tarde, y el Boom de las renovables de mediana y gran escala ha entrado con fuerza, como es el caso de España.
Pero no nos engañemos, el autoconsumo nos es ni mucho menos suficiente. Son necesarios muchos y muy diversos parques de generación de energías alternativas en distintos y significativos espacios de la geografía de cada país (adaptados a la vez a la normativa y red de distribución propia) para cubrir, a día de hoy, con los objetivos globales del cambio climático.
No obstante, la disyuntiva radica en que no es, ni puede ser, totalmente equitativa esa distribución espacial del territorio necesario para cubrir la demanda de renovables.
Una pequeña parte de la población (usualmente vinculada a las zonas rurales) está siendo impactada y sorprendida en sus pueblos o municipios por la llegada de las renovables necesarias para “salvar el planeta”. Algunos se sienten afectados por la sustitución de cultivos, del paisaje, o de su actividad económica tradicional. Una parte se manifiesta en contra: “renovables sí, pero no en mi pueblo”.
Mientras, otro grupo mayoritario de la población (que vive habitualmente en zonas urbanas), no percibe los cambios, pues al encender la luz o poner la lavadora, le es intrascendente si la energía que utiliza proviene de generación limpia o contaminante, o está dentro de la Agenda 2030, más allá del costo de la tarifa de luz que se le aplique.
¿Son y serán estos pobladores rurales los verdaderos héroes de la lucha por el cambio climático? ¿Se deben otorgar medidas extraordinarias de ayuda a estas personas, territorios o países? ¿Falta información y formación en las zonas rurales acerca del rol e importancia de las renovables? ¿Debe compensar, -por medio de impuestos adicionales, u otro tipo de tasa arancelaria – aquella parte de la población que no se está viviendo afectada directamente por la transición energética, a los que sí?
Son el tipo de preguntas que ya se hacen los expertos en los foros para el Desarrollo – por cierto, desde las grandes ciudades –, y que nosotros desde nuestra consultora, constantemente nos plantemos cuando conversamos con las personas de los pueblos en donde se proyecta un nuevo parque eólico o fotovoltaico, que ayuda a cumplir con los Objetivos.
Sabemos que no existe una respuesta simple, ni única, pero estamos cada vez más convencidos de la importancia que tiene para conseguirla el diálogo entre los grandes enunciados del cambio climático y las pequeñas soluciones locales que cada uno puede y debe aportar, desde el rol que le toque.
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